Saliendo de Hvolsvöllur donde estuvimos en una Guesthouse desastrosa, fuimos dirección Vík í Mýrdal, disfrutamos de las playas de Vík í Mýrdal y Dyrholaey y los famosos peñascos en medio del mar llamados Reynisdrangur que según la tradición son tres trolls que se petrificaron con la luz del día.
Esta zona es la más sureña de Islandia. Otra particularidad que tiene son las precipitaciones, las más altas de la isla, lamentablemente lo comprobamos. Fuimos a ver frailecillos y la lluvia nos deslució la búsqueda y la verdad nos quitó las ganas.
La playa de Dyrholaey tiene una vista de película. Está formada por pequeños guijarros negros en forma de alubias, los acantilados de decenas de metros se alzan a nuestros pies amenazantes con sus formas poligonales y al fondo Reynisdrangur.
Comimos en el grill de la gasolinera, estaba hasta la bandera. Estos sitios están muy bien de precio, funcionan muy bien y se puede comer más que decente. Recomendamos la famosa sopa islandesa que nunca falta.
Nos dirigimos al norte y quedamos en una Guesthouse llamada Hvoll, cerca del parque de Skaftafell.
El sitio idílico en una zona llana, rodeados de lagunas con multitud de aves acuáticas, cerca del mar. La dueña se comportó honestamente, habíamos cogido dos habitaciones porque en su momento no quedaban familiares y salía bastante caro, pero cuando llegamos quedaba un libre y nos la ofreció pagando casi la mitad, sin duda estas cosas no pasan en España.
Este lugar es un paraíso sin duda…a dormir.