El Suicidio de E. Durkheim
De nuestra investigación se desprende un resultado: que no hay suicidio sino
suicidios. Sin duda, el suicidio siempre es el acto de un hombre que prefiere la muerte a
la vida. Pero las causas que lo impulsan no son de la misma naturaleza en todos los casos;
a veces, hasta son las opuestas. Ahora bien, es imposible que la diferencia de las causas
no se refleje en los efectos. (…) Deberíamos agrupar los caracteres de los suicidios
particulares en las clases correspondientes a los tipos que acabamos de distinguir. Así
podríamos seguir la diversidad de las corrientes suicidógenas, desde sus orígenes hasta
sus manifestaciones individuales.
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El tema que trata Durkheim en este texto es la relación existente entre el carácter de los suicidios individuales, el nacimiento de corrientes suicidógenas y la forma de suicidarse. El autor se enfrenta a dos problemas: uno es averiguar si los caracteres de los suicidios individuales influyen en las corrientes suicidógenas y el otro si la naturaleza del suicidio afecta a la forma de suicidarse. Durkheim da respuesta positiva a la primera cuestión utilizando el método deductivo, pero no logra, a partir de los datos disponibles, confirmar la relación entre suicidio y forma de realizarlo.
Emile Durkheim (1858 – 1917) es considerado uno de los padres fundadores de la Sociología y su obra “El Suicidio” (1897), es una de sus obras más importantes. En ella, intenta demostrar que el suicidio, un acto a priori individualista, podría tener una raíz social.
Este fragmento de texto, extraído de la obra, se encuentra en el llamado “Libro segundo” en el capítulo sexto, titulado “Causas sociales y tipos sociales” y el punto denominado “Formas individuales de los diferentes tipos de suicidio”. Después de haber analizado y rechazado diferentes causas psicológicas o biológicas como causantes del suicidio y haber clasificado los diferentes tipos de suicidio, en este capítulo, intenta agrupar los caracteres de los suicidios particulares en los distintos tipos antes descritos, así como descubrir si hay una relación entre el tipo de suicidio y la forma de ejecutarlo.
Del texto podemos extraer dos partes bien diferenciadas:
En la primera, hace referencia a algunas conclusiones que saca el autor después de haber descubierto y clasificado diferentes tipos de suicidios y después de haber descartado las razones individualistas del hecho.
Cuando dice: “que no hay suicidio sino suicidios”, se está refiriendo al hecho de la diversidad causal de los mismos y como se apreciará más adelante, las razones pueden ser incluso opuestas unas de otras.
Durkheim descubre cuatro tipos de suicidios (egoísta, altruista, anómico y fatalista). Estos están relacionados con dos “hechos sociales” bien estudiados por el autor; la integración social y la regulación social. Los suicidios egoístas y altruistas están asociados a la integración (menor y mayor apego a la sociedad respectivamente) y el anómico y fatalista a la regulación (menor y mayor regulación social respectivamente).
Los “hechos sociales” podían ser materiales e inmateriales. Tanto la regulación como la integración son dos hechos sociales inmateriales. Éstos, en cierto grado, se encuentran en la mente de los individuos, pero Durkhemin pensaba que cuando las interacciones de las personas iban ganando complejidad, éstas “obedecerán por sí mismas las leyes”.
La falta de integración social arrastra a los individuos al suicidio egoísta. Éstos sienten que no forman parte del grupo.
Cuando el individuo está integrado socialmente con fuertes lazos, como el caso de los militares, cualquier pequeño fallo puede exagerarse y arrastrar al suicidio altruista.
La falta de regulación social, como en los momentos de crisis económicas, llevan a los individuos al suicidio anómico. Los individuos se ven arrastrados por sus más profundas pasiones, llegando a realizar actos destructivos.
Igualmente, cuando la regulación social es excesiva, como puede ocurrir en la esclavitud, por la reglamentación opresiva, lleva al individuo al suicidio fatalista.
En la segunda parte del texto, Durkheim arguye la posibilidad de descubrir algún elemento sui generis, algún tipo de huella que deja cada suicida de forma individual, para intentar así agrupar los casos y descubrir “corrientes suicidógenas”. Igualmente, pretende discernir si hay alguna relación directa entre la forma de suicidarse y el tipo de suicidio.
Las “corrientes suicidógenas” que buscaba Durkheim están relacionadas con las “corrientes sociales” que había teorizado y ahora quería demostrar. Éstas son un tipo de hecho social no cristalizado que arrastra al individuo, como en las grandes olas de entusiasmo. Una de las críticas que se ha hecho de Durkheim es precisamente sobre este punto de su teoría sociológica. ¿Sostendría el autor la existencia de una mente colectiva?, ¿Pueden los hechos sociales tener vida propia, lejos de los actores individuales? Para Durkheim, los hechos sociales pueden considerarse como conjuntos de significados compartidos por los miembros de la colectividad y como tales no pueden interpretarse en términos de la mente de los individuos, sino a través de sus interacciones. Nuestro autor lo llamaría una “conciencia de conciencias”. La mente colectiva sería una mezcla de mentes individuales que se encuentran en interacción perpetua a través del intercambio de símbolos, se compenetran, se coordinan y sistematizan entre sí.
A la segunda cuestión, la relación entre tipo de suicidio y forma de llevarlo a cabo, llegó a la conclusión, después de analizar cierto número de datos estadísticos, de que no había ninguna relación entre la forma de suicidarse y el tipo de suicidio. Si bien no logró determinar ninguna relación entre los dos elementos, sí observó que había una relación entre la forma de suicidarse y los diferentes pueblos donde se llevan a cabo.
Si bien es difícil criticar a Emile Durkheim por su encomiable labor y su rigurosidad en el campo sociológico tanto teóricamente como empíricamente, esta parte de su estudio sobre el suicidio, refleja algunos elementos de su teoría que bajo mi punto de vista, hace agua.
En primer lugar, lo que llama más la atención, es la pretensión del autor de descubrir “las corrientes sociales suicidógenas”, utilizando estados psicológicos de los individuos, como la melancolía, la apatía, la irritación, etc., justamente los mismos tipos de razones, las cuales, en la primera parte de su estudio, desestima como causas en la producción de suicidios. De hecho, para dar solución al problema, Durkheim aboga por la reforma social, no por la reforma de los individuos.
Durkheim, en su primera aproximación al problema, rechaza factores de carácter psicológico como los psicopáticos, la herencia, la raza, los factores cósmicos e incluso la imitación como las causas últimas de los suicidios.
A veces, en su obra, Durkheim toma una postura ecléctica, incluso dicotómica. No parece claro, por ejemplo, si las pasiones humanas impulsan a la personas, llegando incluso a esclavizarlas o éstas son fruto de las estructuras sociales.
En segundo lugar, después de haber estudiado cientos de datos para sostener su estudio, en esta parte del libro, debido a no disponer de suficientes fuentes, echa mano del método deductivo, incluso se disculpa por ello, “una deducción es siempre sospechosa cuando ninguna experiencia lo comprueba”. Parece claro que Durkheim toma el camino teleológico para dar consistencia a su teoría cuando carece de datos empíricos.
En cualquier caso, el estudio realizado por Durkheim es una gran obra que incluso hoy día, muestra su utilidad.
Hay que tener en cuenta la época en la cual se llevó a cabo. Eran los albores de la Sociología y el esfuerzo teórico y empírico de Durkheim no tenían parangón. La verdad es que la disciplina no podía haber dado de mejor forma, sus primeros pasos.