Si vas con infantes, como nosotros, una buena alternativa para pasar un día relajado es ir al acuario. Aunque no muy grande comparado con acuarios como el de Lisboa, si tiene una gran colección de peces, corales, anémonas, estrellas, erizos, anfibios, reptiles y arácnidos. Igualmente podrás ver en acción a leones marinos, focas y los simpáticos pingüinos.
Prácticamente toda la mañana estuvimos aquí donde es importante seguir el programa para amortizar el tiempo. No había mucha gente, casi todos eran noruegos. Por la tarde hicimos una nueva vista al centro de la ciudad para descubrir nuevos lugares. La ciudad estaba invadidas por los nuevos estudiantes universitarios que durante una semana hacen una fiesta por las calles que parece una especie de yincana, trasladándose más adelante a locales donde la fiesta continua.
Con bastante lluvia como es lo habitual, fuimos a cenar a un famoso local de comidas noruegas, el “Pingvinen”. Tan famoso es que no cabía ni un alfiler. Una camarera nos recomendó un local que está en la misma calle, el “Cafe Opera”. Según ella, la comida y los precios eran similares. Efectivamente así fue. Por lo que apreciamos, es posible encontrar típicos platos noruegos de pescado o reno por unos 18 euros, menos de este precio es muy difícil y lo más normal es que te pidan bastante más.