El viaje de Stavanger a Bergen lo hicimos en autobús. Un viaje de 5 horas donde se atraviesa multitud de túneles, algunos submarinos, y se embarca en dos ferris diferentes.
Aquí cogimos otro apartamento por Airbnb. Si bien el de Stavanger estaba muy bien, este dejaba bastante que desear con una limpieza pésima. Estas cosas son una lotería. Cambiarse de alojamiento se hacía imposible en agosto en esta ciudad tan turística. No tuvimos más remedio que aguantarnos. Encima llegamos con lluvia. Algo nada raro en Bergen. Esta es una ciudad donde llueve unos 320 días al año.
Aprovechamos la tarde para recoger los billetes de la famosas excursión “Norway in a nutshell” y cambiar el día de reserva que hicimos en el acuario. Para cenar fuimos a un lugar cercano de comida italiana. De momento se nos resistía los lugares de comida noruega ya que por una cosa o por otra, siempre andamos apurados y no teníamos mucho tiempo de buscar un buen sitio.